AVANCES, AUTORES, FICCIÓN, NUEVAS VOCES

Pequeños accidentes de la vida diaria, minificciones de Jhon Better









Ventriloquia Muda

El ventrílocuo ha muerto. La Mujer, contradiciendo el último deseo de su esposo, decidió no meter a "Fausto" en el ataúd, aquel muñeco que tanta gloria le dio al ventrílocuo. Como un gesto romántico , La Mujer acercó la marioneta hasta la ventanilla del cajón para que le diera un último vistazo al que había sido su dueño, aunque en sus rutinas por tantas veredas polvorientas del país durante más de 30 años, “Fausto” siempre le llamara “amo”.

-¡Hasta nunca, hijo de puta!
Una voz aguda y macabra pareció salir del fondo del muñeco, la concurrencia en el funeral quedó en silencio.

-Fuiste el peor padre y marido de todos, dijo Fausto y luego giró su cabeza de madera y miró directo a los ojos de la mujer que lo maniobraba.
-Me gusta mi nueva voz- fue lo último que dijo el muñeco. La Mujer esbozó una sonrisa, ese fue el único instante de aquel raro momento en que sus labios se movieron.

Hogar, dulce hogar

La mujer obesa y diabética se mueve con lentitud por la sala. Llega a la cocina respirando con dificultad. Toma aire un momento. Dirige su mirada hasta el espacio que hay entre el techo y la alacena, teme que su marido haya encontrado sus preciados dulces de coco.

Con el pie izquierdo lleva hasta el rincón de la alacena un banco enano de madera. Le tomó casi diez minutos poder encaramarse sobre este. Sus manos rebuscan en el vacío y no encuentran nada.

-¡Maldito infeliz!, dice en voz alta.

Un mareo repentino la toma por sorpresa y el banco cede al movimiento. La mujer obesa y diabética se viene abajo sin remedio. Antes de caer boca arriba sobre el piso la espera el filoso borde de una pared que abre una brecha en su cabeza.
La mujer luce como un cetáceo herido por un arpón. Trata de moverse y una de sus manos hace contacto con algo tibio y espeso. La mujer gorda mira golosa sus dedos empapados de aquella sustancia roja como jalea de cerezas, luego chupa sus dedos y descubre con asombro que su sangre es más dulce que la miel.

Babys in Toyland

Los niños juegan con el abecedario Mattel que sus padres les obsequiaron de regalo esta mañana. Por accidente, uno de ellos se atora con alguna vocal creyendo que es un delicioso caramelo. La letra plástica tapona la tráquea del pequeño, su hermanita que apenas sabe balbucear algunas palabras, dice algo como: "tomate", luego aplaude con insistencia mientras su hermano mayor se va poniendo morado como una remolacha.